jueves, 17 de marzo de 2016

“Rodin” de Boris Eifman, la belleza plástica ante Las Puertas del Infierno – Por Sergio Cardozo

La contundente obra de este creador Siberiano, abarrotó la Sala Roja de los Teatros del Canal entre el 11 y 13 de marzo. Una maravillosa creación y deleite plástico para los amantes de las obras de autor, basada en la trágica historia, creativa y pasional, entre el gran maestro de escultura Rodin y su alumna-amante-musa Camille Claudel.

El Eifman Ballet es una de las mejores compañías de danza rusas de la actualidad. La obra de ballet “Rodin”, con música de Maurice Ravel, Camille Saint-Saëns y Jules Massenet, fue estrenado en el Alexandrinsky Theatre de San Petersburgo el 22 de noviembre de 2011. Además de la calidad coreográfica y la indiscutible excelencia de sus intérpretes, la obra se ve perfectamente arropada por los elementos de escenografía de Zinovy Margolin, el vestuario de Olga Shaishmelashvili y la precisa iluminación, del cual desconocemos su nombre.

“Las puertas del infierno” a la que hago referencia en el título, fue la gran obra escultórica inconclusa, surgida de la pasión entre estos personajes y a la que nos enfrenta Boris Eifman con su obra.

Licencias a parte, pasemos a la crónica, con mi acostumbrado vicio profesional de intentar ser más o menos didáctico, en estas entregas y que espero que disfrutes como lector/a.

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Boris Eifman
BORIS EIFMAN nació en Siberia (1946) y se graduó en el Conservatorio de Leningrado. En 1977 fundó el grupo de ballet de Leningrado a la edad de 30 años, que hoy ya cumple 40 años de existencia. Es uno de los pocos, sino el único, coreógrafo ruso cuya vida está dedicada a la creación de danza, que no siempre hemos tenido acceso para verlas de forma habitual por nuestros escenarios.

Tiene en su haber más de cincuenta espectáculos de ballet y muchos de ellos forman parte del repertorio de compañías de todo el mundo o al menos son representadas por su propia compañía en muchos de los más grandes teatros del planeta.

“Rondin” con la firma Eifman, tiene la virtud de la gran escuela rusa de los ballets narrativos (contar historias). También bautizado como “creador psicologista” (por esa manía que se tiene de catalogar en alguna parcela a los creadores), se adentra en las emociones de los personajes, o de las que crea en su imaginación, pero que, ya sean verídicas o inventadas, las imágenes son aplastantemente plasmadas en directo, ahí, mientras sucede la función.

El trabajo coreográfico e interpretativo que exige en sus producciones, son un ejercicio plástico que traspasa lo anecdótico y su narración traspasa la barrera en la escena, jugando con planos superpuestos de realidad, fantasía, sucedido o por suceder; es casi cinematográfico por lo contundente de sus imágenes. Un juego maravilloso que te deja aplastado en la butaca.

(Pero hagamos un inciso para no sorprender al respetable. Disfrutar de este tipo de obras requiere básicamente de dos cosas: o una increíble sensibilidad o de unos básicos conocimientos culturales; sobre todo en este caso cuando se intenta plasmar la vida y obra de estos dos grandes artistas. A mi modo de ver, el título en realidad, tendría que ser “Rodin y Camille”, pero bueno…  La gran locura que unió a dos grandes artistas de la escultura mezclados con la pasión amor/sexo; un cóctel con bastantes consecuencias (seas o no escultor). Pero si te sientas a ver algo así, sin saber que Rodin es el famoso creador de El Pensador o El Beso (por ejemplo, y que seguro que cualquier homosapiens-sapiens habrá visto en más de una ocasión), puede que la historia se quede en la anodina anécdota de: ¡qué bonito, qué bien se mueven, qué cuerpos, cómo levantan las piernas).

Hecho el paréntesis, decir que “Rodin”, en la manufactura de danza de Eifman, es una verdadera joya (por si quedó alguna duda). Te dejo algún enlace sobre los protagonistas al final de la nota para echarle algún vistazo y satisfacer alguna curiosidad, (otro paréntesis).

“RODIN” DE EIFMAN

Conociendo un poco la historia de los avatares artísticos/amorosos entre Rodin y Camille (su alumna, su amante y su musa), Eifman hace un ejercicio magistral de plasticidad en la escena. Transmite la pasión y la emoción ante la creación artística y también los encontrados sentimientos de dichas circunstancias. Ambos personajes dieron bastante de sí, para que sus biografías fuesen también contadas en el cine.

En este caso, un juego rítmico y arrebatador en todos los sentidos, aunando todos los elementos plásticos necesarios en la escena, cuentan una historia de esta envergadura a través de: movimiento, sonido, interpretación, y se amalgaman para plasmar contundentemente las pasiones humanas y las de la creatividad.

Sin lugar a dudas, destacan Oleg Gabyshev en el papel de Rodin y Lyubov Andreyeva en el de Camille Claudel; elegante Natalia Povoroznyuk como Rosa Beuret (esposa de Rodin), y una técnica impecable de sus protagonistas y del cuerpo de baile de la compañía.

Rodin y Camille, artistas del bronce y del mármol, que plasmaron en sus obras una belleza desmesurada, incluso las de Las Puertas del Infierno, y que hoy incluso puede verse en el pequeño e increíble museo de Rodin en París, tan increíble como la de esta obra de Boris Eifman.




Espero que hayas disfrutado de la entrega, y como siempre te digo: no dejes de ver danza en directo cuando se cruce por tu camino. Hasta la próxima melange. Sergio

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A todos los que trabajan y hacen posible la danza, el arte y la cultura, muchas gracias.
Hasta el próximo paseo y gracias por visitarnos. Sergio

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